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pues así dice el Señor a los hijos y a las hijas nacidos en este lugar, a las madres que los han parido y a los padres que los han engendrado en este país: Morirán de muerte terrible; no serán llorados ni enterrados; servirán de estiércol para el campo. Serán aniquilados por la espada y el hambre, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. Pues así dice el Señor: No entres en casas donde estén de luto, no participes en el duelo ni llores por ellos, pues he retirado de este pueblo mi paz —oráculo del Señor—, mi amor y mi compasión.

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